Si te vas, cierra la puerta. Que entra el arte frío del viento, que entra el acto
punzante del tiempo.
Si te vas, lleva mi sombra, apaga el silencio, déjame un pelo. Vacía el desierto que dejaste músicalmente muerto
en mis brazos. Llena esa cajita sucia, donde guardamos el secreto, donde jugué un par de veces con tu aroma enmohecido como una gran momia calcinándose, o una flor de lluvia ácida torciéndose. Y mis campos ya no secretan hormonas, y mi fauna está en un cáncer grotesco.