septiembre 11, 2010


Pareció usual ver que todo estaba desteñido,
que las caras se dehojaban todas,
que todo parecía irse.

Pareció usual pues -quizás- así él lo creía,
era él sólo el que estaba solo,
era él, sólo él entre la nada.

Pero todos - en realidad - eran de colores,
era él, sólo él;
nadie más. Queriendo seducirse.

Queriendo seducirse para no morir solo,
cada vez más importaba él, sólo él.

Sólo él bebiendo café, tomando té,
viendo el reloj caer, viéndose flaco,
sólo él para año nuevo, para fiestas patrias.

Él decidió ser él, él y nadie más,
él quiso encerrarse en su cuarto,
hacerse su tumba, mear y cagar;
no salir nunca, aunque tuviera hambre,
total se alimenta del tiempo que desperdicia un vago,
un perro, una bolsa de basura o ésta misma.

Alimentarse de instancias a solas.

No quiere vivir ni morir -quizás-
desee mantenerse fuera de tanta mierda,
una o la otra, la misma mierda.

Sólo quiere estar solo,
ver como un mundo similar a Saturno
cambia por la ventana.